James Bond no tiene madre ni padre. No viene de ninguna parte ni ha estado en ninguna parte antes de ser 007. Nació con 33 años. Así que tuve que dar el aliento de vida a un ídolo. Yo lo vi como un completo hombre sensual, con sus sentidos sumamente templados y atento a todo. Le gustaba su vino, su comida y sus mujeres. Era bastante amoral. En particular me gustó de él que superaba los conflictos. Pero sobre todo, pienso que le dí sentido del humor.

La gente a veces me pregunta por qué actúo. Bien, no es sólo por el dinero. Se puede ganar dinero también jugando al fútbol. Es por la fantasía, el modo en que tienes que conseguir entrar en la piel de los personajes, imaginártelos, entenderlos, recrearlos.

Tengo un gran respeto por el dinero. Sé lo que cuesta ganarlo y mantenerlo, sobre todo con nuestros impuestos diabólicos en Gran Bretaña. Nunca superaré el hecho de ver pagar por una comida el sueldo que mi padre ganaba en una semana.

Ninguna película que usted pudiera hacer, no importa lo buena que fuese, podría competir con el nuevo James Bond.

Yo siempre he escogido los proyectos yo solo. Mi esposa lee el guión, y escucho su opinión. Pero la decisión final, todo lo que hago, correcto o equivocado, es siempre mía. Creo que es el único modo en que puede hacerse, personalmente. De otra forma, pienso que no puede haber un cuerpo desarrollado de trabajo, donde puedes ver dónde va esto, o dónde debería haber ido.

Mi fuerza como actor, pienso, es que me he mantenido fiel a mí mismo, que tenía algo que hacer con una voz, una música, una melodía... Y eso está muy relacionado con mis orígenes.

No hay nada como un desafío para sacar fuera lo mejor de un hombre.